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ACTUALIDAD
19 de marzo de 2021
El sueño es un proceso fisiológico de reposo que permite al cuerpo y a la mente descansar y restaurarse.
El viernes anterior al equinoccio de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño. Esta fecha -que, este año, se da el 19 del mes- fue propuesta por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) para sensibilizar a la población sobre lo importante que es dormir bien. Otro objetivo que se persigue es tratar las causas y síntomas de la falta de sueño, un problema que, si no es tratado a tiempo, puede ocasionar serios problemas de salud.
“La alteración del sueño y del ritmo circadiano puede afectar la nutrición, la respiración durante el sueño, la presión arterial, la percepción del dolor y el humor. A su vez, esto puede desencadenar, por ejemplo, el empeoramiento de problemas psiquiátricos y el abuso de sustancias”, aseguró el doctor Nahuel Pereira Silva, docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y médico neurólogo en la Clínica del Sueño del Instituto de Neurociencia de Buenos Aires (INEBA).
“Uno de los trastornos más frecuentes es el insomnio, que afecta a más del 25 por ciento de la población y, en algunos grupos, puede alcanzar hasta un 60 por ciento. El dormir mal baja la calidad de nuestro sueño, disminuyendo el estado de alerta. Tenemos sueño durante el día, rendimos menos, nos concentramos menos y disminuye nuestra motivación”, explicó Pereira Silva.
A su vez, el especialista alertó que “este bajo rendimiento lleva a que hagamos menos actividad física y comamos más, por lo que se altera el equilibrio de las hormonas que nos dan hambre y saciedad y empeora aún más nuestro escenario a la hora de dormir. Todas estas alteraciones se asocian a diabetes, colesterol alto, obesidad y apneas”.
Según los reportes de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño, hay más de 100 trastornos asociados al sueño y a la vigilia y podrían ser agrupados en 4 categorías: problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido; problemas para permanecer despierto; problemas para mantener un horario regular de sueño; y, por último, comportamientos inusuales durante el sueño.
¿El remedio es peor que la enfermedad?
Para el doctor Daniel Cardinali, Investigador Superior del CONICET especializado en este tipo de trastornos, en muchos casos, la interrupción del sueño en la noche es algo natural. “El problema -alertó el científico- surge ya que hay algunas personas, sobre todo los adultos mayores, que, por desconocimiento, acuden al médico y este último les receta cronobióticos”.
“El insomnio tiene que ser muy bien diagnosticado porque puede ser generado por trastornos respiratorios, situaciones de movimientos anormales, un alto nivel de estimulación en los momentos previos al descanso, stress o ansiedad, e incluso por la temperatura de la habitación. En muchos casos el fármaco no es necesario, es perjudicial”, aseveró Cardinali quién también es Director de Docencia e Investigación y de la Carrera de Doctorado en Ciencias Biomédicas de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA.
Este aumento en la cantidad de recetas médicas emitidas para combatir al insomnio se refleja en las ventas de este tipo de fármacos: entre 2007 y 2016, estas aumentaron un 53 por ciento, según indicó el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos a la Agencia CTyS-UNLaM.
La situación resulta preocupante dado que los ansiolíticos, hipnóticos o relajantes musculares, producen dependencia porque la capacidad adictiva de estas drogas es equivalente a la de la cocaína y al doble de la marihuana.
Según consensos internacionales, se recomienda que el tratamiento del insomnio sea mediante el uso de cronobióticos. “Los cronobióticos son medicamentos que tienen como prototipo a la melatonina, una hormona natural en el cuerpo, por lo que no va a producir efectos hipnóticos, tolerancia o dependencia, pero aumentará la fuerza de los engranajes del reloj biológico y, por ende, mejorará la calidad del sueño”, aclaró Cardinali en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.
Sin embargo, el especialista afirmó que antes de recurrir a medicación, existe una serie de prácticas que podrían acortar la distancia entre el insomnio y los brazos de Morfeo: reducir el consumo de tabaco, evitar comidas copiosas, realizar actividad física y, tal vez lo más complejo para la generación actual, evitar la exposición a pantallas en las horas previas al sueño.
Fuente: Agencia CTyS-UNLaM