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NACIONALES
17 de junio de 2024
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Un informe privado alertó por "la tormenta perfecta" que combina baja producción, suba de costos y un consumo deprimido. Preocupa, además, el impacto de la Ley Bases en el desarrollo local.
A seis meses del inicio de la nueva gestión nacional, el panorama se presenta complicado para las economías regionales. La combinación de una suba sostenida de los insumos por arriba de la inflación, bajas en la producción y una caída significativa de la demanda, llevaron a que al menos 15 de 19 producciones se encuentren en alerta. Entre las más complicadas aparece el sector porcino, la miel, y el vino y mosto afectados por costos, mercados muy estancados y contracción de precios, a la vez que se suman algodón, bovinos, cítricos dulces, forestal, granos, leche, mandioca, ovinos, papa, peras y manzanas, tabaco y yerba mate.
Los datos se desprenden del último informe del sector elaborado por Coninagro y dan cuenta de una profundización de los problemas en las diversas cadenas productivas del país. Al respecto, la entidad indicó que “las producciones agro tienen precios cuya dinámica fue por debajo de la inflación, y por el lado de los costos, con una tendencia creciente a mayor velocidad”. Respecto de la sequía, si bien se evidencia una recuperación en el nivel de actividad, “es a valores menores a los esperados o con problemas de calidad”.
Un punto no menor y “sin precedentes” tiene que ver con “la baja demanda a través de los indicadores de consumo y de exportaciones”. Este aspecto es central por el efecto que provoca en los incentivos para mejorar la producción en las próximas campañas. En lo concreto, “a falta de demanda va a ser difícil generar inversiones a largo plazo”, alertaron. De igual manera el informe de economías regionales que difunde CAME señaló que “durante el primer cuatrimestre del año, todos los eslabones de las distintas cadenas de valor han visto afectada su rentabilidad por los fuertes incrementos de costos, no sólo debido a la devaluación, sino también al aumento del transporte y la logística, luz, gas, patentes e impuesto inmobiliario, arrendamientos, combustibles, fertilizantes y repuestos de maquinarias, entre otros”.
Las proyecciones para el resto del año indican que, al momento, no se vislumbran “buenas noticias”, y ello se vincula también con las decisiones del gobierno en torno al desarrollo del mercado interno y la capacidad de consumo nacional. De allí que la implementación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que promueve la “Ley Bases” -cuya versión final terminará por aprobar en estos días la Cámara de Diputados- no es menor en la medida en que “el reemplazo de producción local por extranjera que podría darse con este régimen destruye los saberes empresariales y operarios que demoraron décadas en generarse, desarticulando y destruyendo los circuitos productivos”, según alertó un informe de la Fundación Pueblos del Sur sobre las implicancias de la implementación del RIGI en cada territorio. Se suma a ello el impacto de la desregulación de precios y la apertura importadora vía el DNU 70/2023, que afecta de forma significativa a algunas economías regionales.
Situación crítica en lo regional
Desde el área de economía de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) que representa a cooperativas del sector agropecuario del país, dieron a conocer su informe mensual titulado “Semáforo de las economías regionales” que indagó en la situación actual de gran parte de las producciones primarias a nivel federal.
En concreto, con datos a abril de este año, relevaron la situación de 19 economías regionales y detallaron que 15 sectores productivos están en crisis (semáforo en rojo), mientras que 1 está en situación de alerta (amarrillo) y 3 están en verde, es decir, muestran crecimiento. Entre los motivos que explican tal situación la entidad señaló que los rojos “combinan baja demanda, costos elevados para el esquema productivo y precios estancados”, en tanto que el amarrillo se explica por “alta volatilidad de precios” y los verdes por “alguna demanda activa y estrategias de manejo de costos”.
De las 19 producciones que se monitorean todos los meses, siguiendo la parte micro a nivel precios y costos, la parte productiva y a nivel exportaciones y consumo interno, este indicador mostró que entre las economías regionales más perjudicadas se encuentran la producción porcina, de vino y mosto, y miel, así como el algodón, bovinos, cítricos dulces, forestal, granos, leche, mandioca, ovinos, papa, peras y manzanas, tabaco y yerba mate.
En detalle por producción, la actividad porcina (carne de cerdo) mantuvo su tendencia en rojo por el estancamiento en precios, con costos crecientes y un menor consumo (estaba en verde hasta hace dos meses), en tanto que la producción de vino y mosto finalizó su cosecha con menores volúmenes a los esperados, y precios muy estancados. De acuerdo con el informe, “los volúmenes enviados al mercado interno y de exportación son menores interanualmente, y hay que estar atentos al costo de la energía”. A su vez, la producción de miel también se encuentra en situación crítica, esto vinculado a “la baja producción, costos altos (combustible) y demanda deprimida”.
En cuanto a las demás producciones “en rojo”, el algodón sigue teniendo problemas de calidad en algunas zonas pero con una mejora respecto de la campaña anterior, aunque con precios muy por debajo de la inflación (+124% interanual vs 289% inflación). Por su lado, en la producción de carne bovina “los precios de las categorías novillo y ternero crecieron en promedio 4% en abril, por debajo de la inflación, los niveles de producción medidos a través de la faena están empezando a ver disminuciones y la demanda tanto internacional como local se ubican entre los más bajos de la última década”.
En el caso de los cítricos dulces se destacaron los bajos precios, a diferencia de la producción forestal con precios la par de la inflación pero con un nivel de demanda muy bajo tanto de exportaciones como en construcción. Por su lado, en la producción de granos, donde se conjugan los seis principales cultivos de Argentina, se observaron “precios bajos al productor en términos interanuales en pesos y costos que crecen por arriba, con recuperación productiva al estar saliendo de la sequía, pero un muy bajo nivel de exportación inclusive respecto a la campaña anterior”.
La producción de leche también se mantiene el rojo ya que si bien el precio al productor se encuentra levemente por encima de la inflación, los litros producidos son muy bajos y los niveles de exportación si bien son mayores en volumen son más bajos en valor, con una reducción del consumo interno. Asimismo, la producción de mandioca reflejó precios muy por debajo de la inflación y el impacto de la importación desde Paraguay, mientras que en peras y manzanas “no mejora la ecuación por los altos costos de la energía de conservación y riego”.
En el caso de la yerba mate los precios al productor están estancados y se espera que la situación empeore, “el consumo se ha estancado en volúmenes y la sobreproducción, sumado a las importaciones no plantean un buen panorama, la actividad pasó de verde a rojo”. Como contó El Destape, los productores locales se enfrentan a la desregulación de precios fijada en el DNU 70/2023, la apertura importadora y la intervención del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) que llevó a que los pequeños y medianos productores, cerca del 90% del total, se enfrenten a un juego desigual donde apenas 10 grandes molinos -que compran el 75% de la producción- determinan el valor de la materia prima, y a que en solo seis meses cayera más de 20% lo que cobran por su producción.
Al respecto, Silvina Campos Carles asesora económica de Coninagro, señaló: “Las economías en rojo se explican porque hay muy baja demanda, costos elevados y precios muy estancados, a diferencia, las verdes tienen relación con alguna demanda activa, algo de exportación o un buen manejo de costos que permite sobrepasar la situación actual”. Según la economista, “en el mes de abril casi todos los precios se estancaron con algunos pequeños saltos, pero en general están igual que en el mes de marzo y la ecuación entonces se achica. Muchas actividades que estaban en verde, ya empiezan a estar en rojo. Así que es algo que creemos que se va a mantener para el mes siguiente”.
Respecto de la actividad en “amarillo”, es decir en estado de alerta, se trata de las hortalizas debido a “la volatilidad de precios que cambia mes a mes”, mientras que en crecimiento (luz verde) se ubicaron el arroz que tuvo precios en alza, manteniendo la tendencia de meses anteriores, así como las aves, donde “los precios han subido en abril y con costos levemente a la par”, con niveles de producción y consumo estables, y el maní que se sigue recuperando en superficie y producción, aunque no tanto en precios.
La brecha del productor a la góndola
Según el Índice de Precios en Origen y Destino elaborado por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en abril de este año los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,5 veces del campo (origen) a la góndola (destino). Es decir, el consumidor pagó $3,5 por cada $1 que recibió el productor. De esa manera, la participación de este último explicó, en promedio, el 31,4% de los precios de venta final.
En la actividad frutihortícola los precios de las 19 frutas y hortalizas que integran la canasta se multiplicaron por 4,3 veces. En el caso del sector ganadero, por los 5 productos y subproductos que componen la canasta, el consumidor abonó 3,2 veces más de lo que recibió el productor. Hay que recordar que según el Índice de Ventas Minoristas de CAME, las ventas del rubro Alimentos y Bebidas acumularon una caída del 23,8% en los primeros cuatro meses del año “reflejo de la disminución del poder adquisitivo y la falta de convalidación de precios por parte del consumidor. Es decir, la baja se explica por una detracción de la demanda”, según explicaron desde la representación empresarial.
Los productos que presentaron mayor diferencia entre los precios de origen y destino fueron el limón (12,3 veces), la mandarina (6,9), naranja (6,3), pera (5,9) y carne de cerdo (5,6). En detalle, los precios del limón cayeron 16,7% al productor y 2,6% en góndola, en la mandarina, por su parte, si bien el precio aumentó al productor (14,1%), se observó una caída a nivel del consumidor (14%), en tanto que en la naranja tuvo lugar una disminución del 20,4% en origen y 5,7% en destino. En el caso particular de la pera, los precios al productor no registraron variaciones mientras que en góndola se visualizó un aumento del 1% y para la carne de cerdo, el producto bajó 11,5% en origen y 3% en destino.
Entre los productos que presentaron menor diferencia entre el precio que recibió el productor y el que pagó el consumidor se encuentran: la frutilla (1,2 veces) que presentó menor brecha, aumentando sus precios en ambos extremos de la cadena (48% en origen y 13,2% en destino), la calabaza y la cebolla con la misma diferencia de precios entre origen y destino (1,9), pero diferente comportamiento: la primera aumentó 58,3% al productor y cayó 0,8% al consumidor; mientras que la cebolla se incrementó 7% en origen y 14,7% en destino. Por último, el tomate redondo y el pimiento presentaron una brecha de 2,1 veces. Sus precios se incrementaron tanto al productor (177,4% y 82,3%, respectivamente) como al consumidor (37,6% y 33,9%).
Sobre las causas de estos comportamientos, desde CAME resaltaron que “si bien algunos productos con alta incidencia en la canasta presentaron un reacomodamiento en los precios al productor, estos valores no llegaron a compensar la inflación acumulada, por lo que el primer eslabón (origen-productor) sigue resignando rentabilidad frente al resto de los actores de la cadena de valor”. Según entienden, lo anterior refleja que “la estructura de formación de precios en Argentina nace en la góndola y se va disgregando hacia atrás, hasta llegar al productor, cuando debería ser al revés”.
El Destape